miércoles, 8 de agosto de 2012

Mortalidad y desnutrición infantil

La desnutrición infantil se define como el estado anormal del organismo causado por deficiencias de uno o múltiples elementos nutricionales; como la consecuencia de diversos factores (falta de alimentación, problemas socio-económicos, negligencia en cuidados y enfermedades). Según la Organización Mundial de la Salud, influye en más de una tercera parte en las muertes infantiles, aunque rara vez se la menciona como causa directa.
La formación del sistema nervioso central está determinada en los primeros 2 años de vida. Si durante este lapso el niño no recibe la alimentación y estimulación necesarias, se detendrá el crecimiento cerebral y el mismo no se desarrollará normalmente, afectando su coeficiente intelectual y capacidad de aprendizaje; corriendo el riesgo de convertirse en un débil mental.
Este daño afecta a toda la sociedad ya que la principal riqueza de un país reside en su capital humano, y si éste está dañado, ese país no tiene futuro.
El desarrollo saludable del niño, la niña y el adolescente amerita poner atención a una multiplicidad de aspectos como son la desnutrición y la mortalidad infantil, entre otros. Por ello al abordar el derecho a la salud, la nutrición y el desarrollo infantil integral temprano se debe hacer mención a varios Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
En la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) son varios los artículos que hacen referencia al derecho a la salud, la nutrición y el desarrollo infantil integral temprano. Entre ellos, el artículo 6 indica que "los Estados Partes garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y desarrollo del niño".
Otro de los artículos referidos a este tema es el 24, en el que se reconoce el derecho de los niños, niñas y adolescentes "al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de enfermedades y a la rehabilitación de la salud". Para garantizar lo anterior, algunas de las obligaciones del Estado recogidas en este artículo son reducir la mortalidad infantil y en la niñez, asegurar la prestación médica y la atención sanitaria, combatir las enfermedades y la malnutrición, así como asegurar a las madres la atención sanitaria prenatal y posnatal, entre otros.
Según los datos aportados por Unicef en el informe del 2011 indican que:
La tasa de mortalidad infantil continúa con una tendencia descendente en los últimos años: habiendo sido de 13,3; 12,5; 12,1 y 11,9 muertes por mil nacidos vivos respectivamente en 2007, 2008, 2009 y 2010. No obstante, se observa una gran brecha entre provincias: por ejemplo, el riesgo de muerte en el primer año de vida es 2,5 veces superior en la provincia de Formosa que en La Pampa y en la Ciudad de Buenos Aires. Se debe señalar que el 61,8% de las 5.942 defunciones neonatales y el 66,7% de las 3.019 defunciones posneonatales se pueden reducir mediante controles periódicos y tratamiento médico durante el embarazo, parto y primer año de vida.
El 8% de niñas y niños del país padecen de desnutrición crónica (por el indicador baja estatura), producida por ingesta de alimentos inadecuados, por tipo y cantidad, y por cuidados de higiene y salud precarios; en la región de Noreste Argentino (NEA), la proporción llega a 10,5%. La anemia afecta a 1 de cada 3 chicos menores de 2 años llegando al 45,7 en la región del NEA y al 35% de las embarazadas entre el séptimo y noveno mes de gestación.
La Argentina enfrenta el desafío de reducir las muertes en el período neonatal (los 27 primeros días de vida), que representan el 66% del total de defunciones infantiles, cuando más de la mitad de estas muertes podrían haberse evitado con buen control del embarazo y atención adecuada del parto, junto a tratamiento y diagnóstico oportuno. La prevención de estas muertes requiere intervenciones de salud especializadas y de calidad.
La tasa de mortalidad materna muestra un descenso respecto del año 2009, y se sitúa en 44 por cada 100.000 nacidos vivos en 2010 (55 en 2009). Esto significa que 331 mujeres murieron por causas evitables relacionadas con el embarazo y el parto. Esta tasa podría reducirse en forma drástica con el conocimiento y la tecnología médica disponible actualmente en la Argentina; por ejemplo: con intervenciones médicas de emergencia y disponibilidad de sangre segura, entre otras. Sin embargo, no se ha logrado un uso más racional y coordinado de estas intervenciones en los servicios de salud, lo que explica que la tasa no haya tenido mejoras significativas en los últimos 10 años. Aquí también las disparidades provinciales son muy marcadas: en la provincia de Río Negro la tasa es del 8 por 100.000 nacidos vivos, mientras que en la provincia de Formosa asciende a 162 por 100.000.
Para prevenir la desnutrición infantil se debe:
1. Lograr una buena alimentación variada y nutritiva que se base en: cereales integrales (quinua, cebada, arroz, maíz, trigo), hortalizas (zanahoria, nabo, melloco, berro, cebolla), leguminosas (chocho, habas, fréjol, lenteja, arveja). La comida debe ser colorida. También se puede agregar alimento de origen animal (pollo, huevo, pescado, carne, leche o queso).
2. Una mujer se debe preparar para cuando sea madre, acumulando reservas de micronutrientes y alimentarse bien.
3. Si una mujer esta embarazada: necesita tres comidas principales y dos entre-comidas, variando los alimentos de buena calidad.
4. Los niños menores de 6 meses deben ser alimentados SOLO con leche materna.
5. Vigilar la talla y peso del niño es una forma de monitorear su crecimiento.
6. Preparar los alimentos con limpieza, lavar las manos antes de preparar la comida o servirla y luego de ir al baño o cambiar el pañal puede evitar que el infante se enferme.
7. Los niños enfermos deben continuar su alimentación, sin grasas, mucho líquido y muchos cuidados. Luego de la enfermedad los niños recuperan su peso con una buena alimentación.
8. Es muy importante acudir regularmente a un centro de salud durante el embarazo, y controlar regularmente al niño con un pediatra, para evitar complicaciones, problemas de salud y prevenir la desnutrición.

Las consecuencias psico-sociales de la desnutrición infantil:

El impacto sobre el comportamiento humano guarda una relación directa con la gravedad de la desnutrición y su duración durante el periodo de gran desarrollo del cerebro. Investigaciones sobre la desnutrición y el comportamiento han tenido muy en cuenta las variables ambientales que afectan al comportamiento y a la inteligencia.
Se observó un efecto permanente sobre la motivación, duración de la atención y la capacidad de excitación. Los niños gravemente desnutridos en la primera infancia tienen, al parecer lapsos de atención más breves y comúnmente muestran un rendimiento deficiente en las pruebas de capacidad de concentración.
Asimismo no presentan un buen desempeño en la escuela por una deficiencia en cuanto la integración sensorial, también muestra conductas como sueño en clase, poca amabilidad, melancolía, incapacidad para la síntesis, poco razonamiento efectivo y una disgregación para emitir juicios.
A nivel energético, la baja cantidad de calorías en el cuerpo no permite que el niño realice movimiento espontáneos, limitándose a sólo movimientos indispensables. De esta manera el niño desnutrido no tiene un adecuado contacto con su medio ambiente, privándolo de diversas experiencias de aprendizaje.
La desnutrición como podemos ver influye en ciertos rasgos conductuales, se ha observado que en la personalidad también repercusión sus efectos. Las características de la personalidad de un niño desnutrido es ser apático, pasivo e irritable. Resultado de una falta de estímulo, ya que al tener una deficiencia en la habilidad de percepción y reacción a dichos estímulos se produce una inhibición en el desarrollo intelectual.
A causa de esta pasividad, apatía e irritabilidad, además de otras condiciones sus relaciones con otras personas le llevan a una baja valoración de sí mismo, según lo cual se considera menos hábil.

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